Ha saltado estos días el a mi juicio
bochornoso episodio de Esperanza Aguirre huyendo de la poli y arrollando una
moto tras una infracción de tráfico en Madrid.
La verdad es que las redes están
que arden con esta acción histriónica, pero que tiene una lectura que va más allá
de lo puramente anecdótico y bochornoso.
Se trata de la arrogancia, de la
prepotencia de ciertas personas, no solo Esperanza Aguirre, sino de mucha otra
gente, que por su supuesta posición social, económica, laboral, o de lo que
sea, se creen que están por encima de los demás.
Son cosas que siguen pasando en
nuestro país, y que nos retrotrae a tiempos caciquiles, del ordeno y mando, de
una sociedad muy desigual donde unos pocos abusaban de unos muchos que tenían
una situación precaria.
Ese residuo casposo sigue
quedando en muchas actitudes de algunos personajes, como Esperanza Aguirre que
piensan que están por encima del bien y del mal, que miran por encima del
hombro.
Actitudes que demuestran la falta
de cultura democrática de un sector de nuestra población, sean de la ideología
que sean, me da lo mismo, y que seguramente enraíza con muchísimos de los
problemas que sufre nuestro país, en relación a la transparencia, la
corrupción, la “urbanidad”, la picaresca; y que a mí por lo menos me dan pena.
Y ya no pena, sino directamente
asco, me producen los intentos de defender la indefendible actitud de esta
mujer. Ejemplos los hemos tenido en la tele ultraderechista 13Tv de los obispos
( VER), o ya directamente de boca del que durante años fue su locutor estrella
(VER)
Se adula a quien ha cometido la
infracción, falta, delito, y se ataca a quien ha cumplido con su trabajo y la
ley. A este paso en unos días escucharemos
algo así como que la Policía de Movilidad de Madrid es ETA.
En fin, ¡Joder que tropa!